Mirjana comentó: «la Virgen estaba muy triste. Durante todo el tiempo de la aparición tenía lágrimas en sus ojos»: «Queridos hijos, mientras miro sus corazones, el mío se llena de dolor y se estremece. Hijos míos, deténganse por un momento y miren en sus corazones. Mi Hijo, vuestro Dios, ¿está realmente en el primer lugar? ¿Son sus leyes verdaderamente la medida de sus vidas? De nuevo les advierto: sin fe no hay cercanía con Dios y no está presente la Palabra de Dios, que es la luz de la salvación y la luz del buen sentido.»