«Queridos hijos, en este tiempo de preparación y de gozosa espera, yo, como Madre, deseo mostrarles lo más importante: su alma. ¿Puede nacer en ella mi Hijo? ¿El amor los ha purificado de la mentira, de la soberbia, del odio y de la maldad? ¿Ama su alma, sobre todas las cosas, a Dios como Padre y al prójimo en Cristo? Yo les muestro el camino que elevará su alma a la unión plena con Mi Hijo. Deseo que Mi Hijo nazca en ustedes. ¡Qué alegría sería para mí, Su Madre! ¡Les doy las gracias!”