«Queridos hijos, hoy oro aquí con ustedes para que encuentren la fuerza de abrir sus corazones y, de esta manera, conocer el inmenso amor de Dios sufriente. Gracias a ese amor Suyo, bondad y dulzura, yo estoy con ustedes. Los invito para que este tiempo particular de preparación, sea tiempo de oración, penitencia y conversión. Hijos míos, ustedes necesitan a Dios. No pueden seguir adelante sin Mi Hijo. Cuando comprendan y acepten esto, se realizará lo que les ha sido prometido. Por medio del Espíritu Santo nacerá en sus corazones el Reino de los Cielos. Yo los conduzco a eso. ¡Les doy las gracias!»