«Queridos hijos, ¡mi Hijo ha nacido! ¡Su Salvador está aquí con ustedes! ¿Qué impide a sus corazones aceptarlo? ¿Qué hay de falso en sus corazones? Purifíquenlos por medio del ayuno y la oración. Reconozcan y acepten a mi Hijo. Solo Él puede darles el verdadero amor y la verdadera paz. El camino hacia la vida eterna es Él, mi Hijo. ¡Les doy las gracias!»