«Queridos hijos, hoy con mi amor maternal deseo recordarles el inconmensurable amor de Dios y la paciencia que de Él fluye. Vuestro Padre me envía y espera, espera sus corazones abiertos y dispuestos para sus obras. Espera sus corazones unidos en el amor cristiano y en la misericordia en el Espíritu de mi Hijo. Hijos, no malgasten el tiempo, porque ustedes no son los dueños del tiempo. ¡Les doy las gracias!»