«Queridos hijos, hoy miro en sus corazones y mirándolos, mi Corazón se oprime por el dolor. Hijos míos, les pido amor incondicional y puro hacia Dios. Sabrán que están en el camino recto, cuando con el cuerpo están en la Tierra y con el alma siempre en Dios. Por medio de este amor incondicional y puro, reconocerán a mi Hijo en cada hombre. Sentirán la unión en Dios. Yo como Madre estaré feliz porque tendré sus corazones santos y unidos. Queridos hijos, obtendré su salvación. ¡Les doy las gracias!»