«Queridos hijos, los llamo porque los necesito. Necesito corazones dispuestos a un amor inmenso. Corazones que no estén llenos de vanidad. Corazones que estén dispuestos a amar como mi Hijo ha amado, que estén dispuestos a sacrificarse como mi Hijo se ha sacrificado. Los necesito. Para venir conmigo, perdónense a ustedes mismos, perdonen a los demás y adoren a mi Hijo. También adórenlo por los que no lo han conocido, por los que no lo aman. Por eso los necesito, por eso los llamo. ¡Les doy las gracias!»