«Queridos hijos, mi llamado maternal, que hoy les dirijo, es un llamado a la Verdad y a la Vida. Mi Hijo, que es la Vida, los ama y los conoce de verdad. Para que se conozcan y se amen a ustedes mismos, deben conocer a mi Hijo, mientras que para conocer y amar a los demás deben ver en ellos a mi Hijo. Por eso, hijos míos, oren, oren para que puedan comprender y abandonarse con espíritu libre y ser completamente transformados, y de este modo tener ya  en la Tierra, el Reino de los Cielos en su corazón. ¡Les doy las gracias!»