«Queridos hijos, hoy los invito a que con la oración y el ayuno abran el camino por el cual mi Hijo ha de entrar a sus corazones. Acéptenme como Madre y como Mensajera del amor de Dios y de Su deseo por la salvación de ustedes. Libérense de todo aquello que les pesa de su pasado y que les produce un sentimiento de culpa; de cuanto los ha llevado al error, a las tinieblas. Acepten la luz. Renazcan en la justicia de mi Hijo. ¡Les doy las gracias!»