«Queridos hijos, les ruego especialmente en este tiempo de Cuaresma que respondan a la bondad de Dios, porque Él los ha elegido y me ha enviado entre ustedes. Purifíquense de los pecados y en Jesús, mi Hijo, reconozcan el sacrificio de reparación por los pecados del mundo. Que Él sea el sentido de sus vidas y que sus vidas se pongan al servicio del amor divino de mi Hijo. ¡Gracias, hijos míos!»