«Queridos hijos, hoy vengo a ustedes con el deseo materno de que me entreguen sus corazones. Hijos míos, entréguenmelos con plena confianza y sin miedo. Pondré en sus corazones a Mi Hijo y Su Misericordia. De esa manera, hijos míos, mirarán el mundo que los rodea con ojos diversos. Verán a su prójimo. Sentirán su dolor y su sufrimiento. No den la espalda a quienes sufren, de otra manera mi Hijo dará su espalda a quienes actúen así. Hijos, no titubeen.»