«Queridos hijos, yo estoy aquí con ustedes en este lugar, por voluntad de Dios. Deseo que ustedes me abran sus corazones y me acepten como Madre. Con mi amor les enseñaré la sencillez de la vida y la riqueza de la misericordia, y los conduciré a mi Hijo. El camino hacia Él puede ser difícil y doloroso, pero no teman, estaré con ustedes. Mis manos los sostendrán hasta el final, hasta la felicidad eterna; por ello, no teman y ábranse a mí. ¡Les doy las gracias! Oren por los sacerdotes. Mi Hijo se los dio como un don.»