«Queridos hijos, también hoy estoy con ustedes para mostrarles el camino que los ayudará a conocer el amor de Dios, amor de Dios que les ha permitido llamarlo y sentirlo como Padre. Les pido que miren sinceramente en sus corazones y vean cuánto lo aman. ¿Él es el último en ser amado? ¿Cuántas veces, rodeados de bienes, lo han traicionado, negado y olvidado? Hijos míos, no se engañen con los bienes materiales. Piensen más en su alma, porque ella es más importante que su cuerpo: ¡purifíquenla! Invoquen al Padre, Él los espera, regresen a Él. Yo estoy con ustedes porque, en su misericordia, Él me envía. ¡Les doy las gracias!»