«Queridos hijos, vengo en este tiempo vuestro para llamarlos a la eternidad. Este es el llamado del amor. Los invito a amar, porque solamente a través del amor llegarán a conocer el amor de Dios. Muchos piensan que tienen fe en Dios y que conocen sus leyes, intentan vivir de acuerdo a ellas pero no hacen lo más importante: no lo aman. Hijos míos, oren y ayunen. Este es el camino que los ayudará a abrirse y a amar. Solo por medio del amor de Dios se obtiene la eternidad. Estoy con ustedes. Los guiaré con amor maternal. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! Hijos míos, las manos de los sacerdotes son las manos benditas de mi Hijo, respétenlas.»