«Queridos hijos, los invito a que, con el corazón abierto y con plena confianza, me acompañen en mi misión divina. El camino por el que los conduzco a Dios es difícil, sin embargo perseveren, y al final todos nos alegraremos en Dios. Por ello, hijos queridos, no cesen de orar por el don de la fe. Solo a través de la fe la Palabra de Dios será luz en esta tiniebla que los quiere envolver. No teman, estoy con ustedes. ¡Les doy las gracias!»