«Queridos hijos, hoy los invito a una humilde, hijos míos, humilde devoción. Sus corazones deben ser rectos. Que sus cruces sean un recurso en la lucha contra el pecado de hoy. Que su arma sea la paciencia y un amor sin límites, amor que sabe esperar y que los hará capaces de reconocer los signos de Dios, para que su vida, con amor humilde, muestre la verdad a todos aquellos que la buscan en las tinieblas de la mentira. Hijos míos, apóstoles míos, ayúdenme a abrir los caminos que conducen a Mi Hijo. Una vez más los invito a la oración por sus pastores. Con ellos triunfaré. ¡Les doy las gracias!»