“Queridos hijos, la voluntad y el amor del Padre Celestial hacen que yo esté aquí, en medio de ustedes: para ayudarlos, con amor maternal, al crecimiento de la fe en su corazón, para que puedan comprender verdaderamente el propósito de la vida terrenal y la grandeza de la vida celestial.
Hijos míos, la vida terrenal es el camino hacia la eternidad, hacia la verdad y la vida, hacia mi Hijo. Quiero llevarlos por ese camino. Ustedes, hijos míos, ustedes que siempre tienen sed de más amor, verdad y fe, sepan que solo existe una fuente de la cual pueden beber: la confianza en el Padre Celestial, la confianza en Su amor.
Abandónense completamente a Su voluntad y no teman. Todo lo que es mejor para ustedes, todo lo que los lleva a la vida eterna, les será dado. Comprenderán que el propósito de la vida no siempre es desear y tener, sino amar y dar. Tendrán verdadera paz y verdadero amor, serán apóstoles del amor. Con su ejemplo harán que esos hijos míos que no conocen a mi Hijo y Su amor, deseen conocerlo. Hijos míos, apóstoles de mi amor, adoren conmigo a mi Hijo y ámenlo por encima de todo. Procuren vivir siempre en Su verdad. Les doy las gracias.”