«Queridos hijos, estoy con ustedes porque deseo ayudarlos a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de ustedes. Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón. Cada pecado ofende el amor y los aleja de él; ¡El amor es Mi Hijo! Por eso, hijos míos, si desean caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios, deben aprender a perdonar y a pedir perdón. ¡Les doy las gracias!»