«Queridos hijos, los invito a una entrega completa a Dios. Que todo lo que posean esté en manos de Él. Solo así tendrán alegría en el corazón. Hijos míos, alégrense por todo lo que tienen y agradezcan a Dios, porque todo es don de Dios para ustedes. De esta manera en la vida, podrán dar gracias por todo y descubrir a Dios en todo, aun en la flor más pequeña. Ustedes descubrirán un gran gozo. Ustedes descubrirán a Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»