«Queridos hijos, hoy los invito a que se abran a Dios a través de la oración como una flor se abre a los rayos matinales del sol. Hijitos, no teman. Yo estoy con ustedes e intercedo ante Dios por cada uno: para que su corazón acepte el don de la conversión. Hijitos, únicamente así comprenderán la importancia de la gracia en estos tiempos y Dios estará más cerca de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»