«Queridos hijos, alégrense conmigo en este tiempo de primavera, cuando toda la naturaleza se despierta y sus corazones anhelan el cambio. Ábranse, hijitos, y oren. No olviden que yo estoy con ustedes y deseo llevarlos a todos a mi Hijo: para que les dé el don del amor sincero hacia Dios y hacia todo lo que viene de Él. Ábranse a la oración y pidan a Dios la conversión de sus corazones. Todo lo demás Él lo ve y lo provee. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»