«Queridos hijos, también hoy los invito a abrirse a la oración. Durante esta última Cuaresma comprendieron cuán pequeños son y cuán pequeña es su fe. Hijitos, también hoy decídanse por Dios: para que, en ustedes y a través de ustedes, Él cambie los corazones de los hombres y sus corazones. Sean portadores alegres de Jesús Resucitado en este mundo sin paz que anhela a Dios y todo lo que es de Dios. Estoy con ustedes, hijitos, y los amo con un amor especial. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»