«Queridos hijos, escuchen porque deseo hablarles e invitarlos a tener más fe y confianza en Dios que los ama inmensamente. Hijitos, ustedes no saben vivir en la gracia de Dios, por eso nuevamente los llamo a todos a que lleven la Palabra de Dios en su corazón y en sus pensamientos. Hijos míos, coloquen la Sagrada Escritura en un lugar visible en su familia: léanla y vívanla. Enseñen a sus hijos, porque si ustedes no son un ejemplo para ellos, sus hijos se alejarán de Dios. Reflexionen y oren, y así nacerá Dios en su corazón y su corazón estará gozoso. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»