«Queridos hijos, ¡alégrense conmigo! Mi Corazón se regocija por Jesús, y hoy se los quiero regalar. Queridos hijos, deseo que cada uno le abra su corazón a Jesús y yo les daré a Él con amor. Deseo, queridos hijos, que Jesús los transforme, los instruya y los proteja. Hoy, de manera especial, oro por cada uno y los presento a Dios para que Él se les revele. Los invito a la oración sincera con el corazón, para que cada oración de ustedes sea un encuentro con el Señor: pongan al Señor en el primer lugar en su trabajo y en su vida diaria. Hoy los invito seriamente a obedecerme y a que hagan lo que les digo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»