«Queridos hijos, en este tiempo, mientras todavía tienen la mirada puesta en el año pasado, los invito, hijitos, a mirar profundamente en sus corazones y a decidirse por estar más cerca de Dios y de la oración. Hijitos, ustedes están aún atados a las cosas terrenales y poco a la vida espiritual. Que esta invitación mía de hoy, sea también para ustedes un estímulo para decidirse por Dios y por la conversión de cada día. No pueden convertirse, hijitos, si no abandonan los pecados y si no se deciden por el amor hacia Dios y hacia el prójimo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»