«Queridos hijos, también hoy estoy con ustedes y los miro y los bendigo, y no pierdo la esperanza de que este mundo cambie para bien, y la paz reine en los corazones de los hombres. La alegría reinará en el mundo porque se han abierto a mi llamado y al amor de Dios. El Espíritu Santo está cambiando a muchos de aquellos que han dicho “sí”. Por eso deseo decirles: ¡gracias por haber respondido a mi llamado!»