«Queridos hijos, oren, oren, oren para que el reflejo de su oración influya en las personas que encuentren. Pongan en sus familias la Sagrada Escritura en un lugar visible y léanla: para que esas palabras de paz fluyan en sus corazones. Oro con ustedes y por ustedes, hijitos: para que día tras día estén aún más abiertos a la voluntad de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»