«Queridos hijos, hoy los invito a convertirse en misioneros de los mensajes que les doy aquí, en este lugar tan querido por mí. Dios me ha permitido permanecer tanto tiempo aquí con ustedes, y por eso, hijitos, los invito a vivir con amor los mensajes que les doy y a transmitirlos a todo el mundo, de tal modo que un río de amor fluya entre la gente que está llena de odio y sin paz. Los invito, hijitos, a ser paz donde no hay paz y luz donde hay tinieblas, para que cada corazón acepte la luz y el camino de la salvación. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»