«Queridos hijos, despierten del sueño de la incredulidad y del pecado, porque este es un tiempo de gracia que Dios les da. Utilicen este tiempo y pidan a Dios la gracia de la sanación de sus corazones: para que miren a Dios y a los hombres con el corazón. Oren particularmente por aquellos que no han conocido el amor de Dios y den testimonio con sus vidas para que también ellos puedan conocer a Dios y Su inconmensurable amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»