«Queridos hijos, nuevamente los invito a seguirme con alegría. Deseo guiarlos a todos hacia mi Hijo y hacia su Salvador. No son conscientes de que sin Él no tienen alegría, paz, futuro, ni vida eterna. Por eso, hijitos, aprovechen este tiempo de oración y de abandono gozosos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»