«Queridos hijos, con alegría en el corazón los invito a todos a vivir su fe y a testimoniarla con el corazón y el ejemplo en todas sus manifestaciones. Hijitos, decídanse a permanecer lejos del pecado y de las tentaciones, y que en sus corazones permanezca la alegría y el amor por la santidad. Yo, hijitos, los amo y los acompaño con mi intercesión ante el Altísimo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»