«Queridos hijos, hoy los invito de manera especial a tomar el crucifijo en sus manos y a meditar en las llagas de Jesús. Pídanle a Jesús que sane sus heridas, las que ustedes queridos hijos, han recibido durante sus vidas por causa de sus pecados o debido a los pecados de sus padres. Solamente así comprenderán, queridos hijos, que el mundo necesita la sanación de la fe en Dios Creador. A través de la Pasión y Muerte de Jesús en la Cruz, comprenderán que por medio de la oración, también ustedes pueden transformarse en apóstoles de la fe, al vivir en sencillez y en oración la fe que es un don. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»