«Queridos hijos, hoy los invito al amor. Hijitos, ámense con el amor de Dios. En cada momento, en la alegría y en la tristeza, que el amor prevalezca, y así el amor comenzará a reinar en sus corazones. Jesús resucitado estará con ustedes y ustedes serán sus testigos. Yo me regocijaré con ustedes y los protegeré con mi Manto materno. En particular, hijos míos, miraré con amor su conversión cotidiana. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!­»