«Queridos hijos, los invito a trabajar en su conversión personal. Están aún lejos del encuentro con Dios en su corazón. Por eso, pasen el mayor tiempo posible en oración y adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, para que Él los cambie y ponga en sus corazones una fe viva y el deseo de la vida eterna. Todo pasa, hijitos, solo Dios permanece. Estoy con ustedes y los aliento con amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»