«Queridos hijos, los invito a decidirse seriamente a vivir esta Novena. Consagren su tiempo a la oración y al sacrificio. Estoy con ustedes y deseo ayudarlos a crecer en la renuncia y en la mortificación: para que puedan llegar a comprender la belleza de la vida de aquellas personas que, de modo especial, se entregan a mí. Queridos hijos, Dios los bendice día tras día y desea el cambio de su vida. Por eso, oren para poder tener la fuerza de cambiar su vida. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»