«Queridos hijos, hoy deseo agradecerles por todas las oraciones y sacrificios que me han ofrecido en este mes consagrado a mí. Hijitos, deseo que ustedes también sean activos en este tiempo que, a través de mí, permanece unido al Cielo de manera especial. Oren para que comprendan que es necesario que todos ustedes colaboren con su vida y con su ejemplo en la obra de la salvación. Hijitos, deseo que los hombres se conviertan y que vean en ustedes a mí y a mi Hijo Jesús. Intercederé por ustedes y los ayudaré a convertirse en luz. Ayuden a otros, porque ayudándolos también su alma encontrará la salvación. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”