«Queridos hijos, oren conmigo al Espíritu Santo: para que los conduzca en la búsqueda de la voluntad de Dios en el camino de vuestra santidad. Y ustedes, que están lejos de la oración, conviértanse y busquen en el silencio de su corazón, la salvación de su alma y aliméntenla con la oración. Yo los bendigo a cada uno con mi bendición maternal. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»