«Queridos hijos, también hoy los invito a que cada uno se decida nuevamente a abandonarse completamente en mí. Solo así podré presentarlos a Dios. Queridos hijos, saben que los amo inmensamente y que los quiero a cada uno de ustedes para mí. Pero Dios les ha dado a todos la libertad, que yo respeto con todo amor y a la que me someto con humildad. Deseo, hijos queridos, que ustedes colaboren para que se realice todo lo que Dios ha planeado para esta parroquia. Si no oran, no serán capaces de descubrir mi amor y los planes que Dios tiene para esta parroquia y para cada uno de ustedes. Oren para que Satanás no los atraiga con su orgullo y su falso poder. Estoy con ustedes y deseo que crean que los amo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»