«Queridos hijos, hoy como nunca antes, los invito a orar. Que toda su vida se vuelva oración, pero no pueden orar sin amor. Por eso los invito a que primero amen a Dios, ¾el Creador de sus vidas¾, y entonces podrán reconocer y amar a Dios en todos, tal como Él los ama. Queridos hijos, es una gracia que yo pueda estar con ustedes. Por lo tanto, acepten y vivan mis mensajes por su propio bien. Los amo y por eso estoy con ustedes: para instruirlos y guiarlos hacia una vida nueva de conversión y de renuncia. Solamente así descubrirán a Dios y todo lo que ahora está lejos de ustedes. Por eso, hijitos, ¡oren! ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»