«Queridos hijos, hoy los invito a comprender su vocación cristiana. Hijitos, los conduje y los estoy conduciendo a través de este tiempo de gracia para que se vuelvan conscientes de su vocación cristiana. Los santos mártires morían dando testimonio: “¡Soy cristiano y amo a Dios sobre todas las cosas!”. Hijitos, también hoy los invito a regocijarse y a ser cristianos llenos de gozo, responsables y conscientes de que Dios los ha llamado de un modo especial para que, llenos de alegría, sean las manos extendidas hacia aquellos que no creen y para que, a través del ejemplo de vuestra vida, ellos puedan recibir la fe y el amor a Dios. Por eso, oren, oren, oren, para que su corazón se pueda abrir y pueda ser sensible a la Palabra de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»