«Queridos hijos, en estos años los he invitado a orar, a vivir lo que les digo, pero ustedes viven poco mis mensajes. Hablan, pero no los viven, por eso esta guerra está durando tanto. Los invito a abrirse a Dios y a vivir en su corazón con Dios, viviendo el bien y dando testimonio de mis mensajes. Los amo y deseo protegerlos de cualquier mal, pero ustedes no lo desean. Queridos hijos, si no viven los Mandamientos de Dios, si no viven la Santa Misa, si no se apartan del pecado, no los puedo ayudar. Los invito a convertirse en apóstoles del amor y de la bondad. Den testimonio de Dios y de Su amor en este mundo sin paz y Dios los bendecirá y les dará lo que le piden. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!»