«Queridos hijos, vengo a ustedes como Madre y deseo que en mí, como Madre, encuentren refugio, consuelo y descanso. Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, oren. Oren con humilde devoción, obediencia y plena confianza en el Padre Celestial. Tengan confianza como la tuve yo, cuando me dijeron que iba a traer la Bendición de la Promesa. Que de su corazón a sus labios llegue siempre un: «¡Hágase Tu voluntad!» Por eso, tengan confianza y oren, para que pueda interceder por ustedes ante el Señor, a fin de que Él les dé la Bendición celestial y los llene del Espíritu Santo. Entonces podrán ayudar a todos los que no conocen al Señor; ustedes, apóstoles de mi amor, los ayudarán a que, con plena confianza, puedan llamarlo «Padre». Oren por sus pastores y confíen en sus manos benditas. ¡Les doy las gracias!»