«Queridos hijos, Yo, su Madre, estoy con ustedes por su bien, por sus necesidades y para su conocimiento personal. El Padre Celestial les ha dado la libertad de decidir por sí solos y de conocer por sí solos. Yo deseo ayudarlos. Deseo ser su Madre, Maestra de la Verdad, para que, con la simplicidad de un corazón abierto, conozcan la inconmensurable pureza y la luz que de ella proviene y disipa las tinieblas, la luz que trae esperanza. Yo, hijos míos, comprendo sus dolores y sufrimientos. ¿Quién mejor que una Madre los podría comprender? ¿Y ustedes, hijos míos…? Es pequeño el número de quienes me comprenden y me siguen. Sin embargo, es grande el número de los extraviados, de quienes aún no han conocido la verdad en mi Hijo. Por lo tanto, apóstoles míos, oren y actúen. Lleven la luz y no pierdan la esperanza. Yo estoy con ustedes. De manera particular, estoy con sus pastores: con Corazón materno los amo y los protejo, porque ellos los conducen al paraíso que Mi Hijo les ha prometido. ¡Les doy las gracias!»