MENSAJE DEL SANTO PADRE A LOS PARTICIPANTES DEL 33° MLADIFEST EN MEDJUGORJE

También este año el Papa Francisco envió un mensaje a los participantes del Festival de la Juventud en Medjugorje, que fue leído por el Visitador Apostólico para la parroquia de Medjugorje, Mons. Aldo Cavalli, antes de la Misa vespertina. Transmitimos el mensaje del Papa Francisco en su totalidad:

Queridos jóvenes:

En ese momento, como nos cuenta el evangelista Mateo, Jesús se dirigió a todos y dijo: «Venid a mí todos los que estáis cansados ​​y oprimidos, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. En efecto, mi yugo es dulce y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30). Como en aquellos días, hoy Jesús se dirige a todos ustedes, queridos jóvenes, y a ustedes a través del lema del Festival de este año: inspirándose en el citado Evangelio, hace su invitación: «Aprended de mí y encontraréis la paz».

El Señor dirige estas palabras no sólo a los apóstoles o a algunos de sus amigos, sino a todos los que están cansados ​​y oprimidos. Sabe lo difícil que puede ser la vida y que son tantas las cosas que pesan en nuestro corazón: numerosas desilusiones, heridas pasadas, cargas que llevamos, injusticias que soportamos, numerosas incertidumbres y preocupaciones. A todo esto, en cambio, está Jesús que nos hace su invitación: “Venid a mí y aprended de mí”. Esta llamada exige camino y confianza, y no nos permite quedarnos quietos, congelados y asustados ante los desafíos de la vida. Suena fácil, pero en tiempos oscuros simplemente nos encerramos en nosotros mismos. Es precisamente de esta soledad que Jesús nos quiere sacar, por eso nos dice: «Ven».

La salida está en la relación con el Señor, en ver a Aquel que verdaderamente nos ama. Sin embargo, no basta con salir de uno mismo, también hay que saber en qué dirección ir, porque hay muchas ofertas engañosas que prometen un futuro mejor, pero siempre nos deja solos. Por eso el Señor nos muestra adónde ir: «Venid a mí».

Queridos amigos, id a Él con el corazón abierto, tomen su yugo y aprendan de Él. Vayan al Maestro para convertirse en sus discípulos y herederos de su paz. Lleven su yugo con el que descubriran la voluntad de Dios y los hará partícipes del misterio de su cruz y resurrección. El «yugo» del que habla Cristo es la ley del amor, es el mandamiento que dejó a sus discípulos: ámense unos a otros como yo los he amado (Jn 15,12). Porque la verdadero remedio de las heridas del hombre es una vida basada en el amor fraterno, que encuentra su fuente en el amor de Dios.

Caminando con Él e imitándolo, aprenderan de Él. Es el Señor quien no impone a los demás una carga que él mismo no lleva. Se dirige a los humildes, a los pequeños y a los pobres, porque él mismo se ha hecho pobre y humilde. Si realmente queremos aprender, es necesario humillarnos y reconocer nuestra propia ignorancia y soberbia, esos momentos en los que creemos que podemos lograr todo por nosotros mismos y con nuestras fuerzas, y sobre todo tener un oído abierto a las palabras del Maestro. Así conocemos su corazón, su amor, su forma de pensar, ver y actuar. Pero estar cerca del Señor y seguirlo, requiere valentía.

Ámate a ti mismo, no tengas miedo, acude a Él con todo lo que llevas en el corazón. Él es el único Señor que ofrece verdadero descanso y verdadera paz. Sigan el ejemplo de María, Madre suya y nuestra, que los conducirá a Él. Confien en ella, que es la «Estrella del mar», signo de esperanza en un mar embravecido que nos conduce al remanso de paz. Ella, que conoce a su Hijo, les ayudará a imitarle en su relación con Dios Padre, en la compasión por el prójimo y en la conciencia de lo que estamos llamados a hacer: ser hijos de Dios. En este momento, en el centro del verano, el Señor te invita a ir de vacaciones con él, al lugar más especial que existe, que es tu propio corazón.

Queridos jóvenes, mientras descansan en Jesucristo en estos días, les encomiendo a todos a la Santísima Virgen María, nuestra Madre celestial, para que, por su intercesión y ejemplo, tomen sobre ustedes la dulce carga del seguimiento de Cristo. Dejen que les acompañe la mirada de Dios Padre que los ama, porque en el encuentro con los demás podrán testimoniar la paz que recibirán a cambio. Oro por este fin y los bendigo, y al mismo tiempo me encomiendo a sus oraciones.

En Roma, en San Juan de Letran,
el día de la Memoria de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo, 16 de julio de 2022.

Fuente: Medjugorje tutti i giorni